Una serie de desastres en el transporte que involucraron a operadores bajo los efectos de drogas mostró de manera trágica la necesidad de regulaciones más estrictas dentro del DOT.

En 1981, un accidente de una aeronave del Cuerpo de Marines —relacionado con el consumo de marihuana— subrayó los riesgos de tener operadores afectados por drogas. Aunque el DOT no supervisa aeronaves militares, la tragedia llevó al presidente Reagan a ordenar pruebas de drogas en el ejército y ayudó a impulsar políticas de pruebas más estrictas en todo el sector del transporte.

Accidente de Amtrak en 1987: Esta colisión de un tren de pasajeros resultó en una pérdida devastadora de vidas. La investigación reveló pruebas positivas de marihuana en el conductor y el frenero del tren. La indignación pública, alimentada por la conexión con las drogas, presionó al DOT y a otros organismos reguladores como la Administración Federal de Ferrocarriles (FRA) a tomar medidas más firmes. El caso destacó la necesidad no solo de pruebas de drogas, sino también de mejorar las medidas de seguridad en la industria del transporte.